En 2024, México se consolidó como el país número uno en reciclaje de PET en América Latina, superando a gigantes como Estados Unidos y Brasil. Gracias al esfuerzo conjunto de la industria, el gobierno y la sociedad civil, se recuperaron 578 mil toneladas de este plástico, un material clave en la fabricación de botellas, textiles y envases.
Desde hace más de una década, el país ha apostado por una economía circular que prioriza el acopio, reciclaje y reaprovechamiento de los residuos. Este compromiso también se ha traducido en inversión: el año pasado, la capacidad instalada para reciclar PET creció 11%, alcanzando un aprovechamiento de 81%. Además, la tasa de recuperación del material ha mostrado un crecimiento constante en los últimos años, alineándose con metas internacionales como el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México, que busca integrar al menos 20% de contenido reciclado en empaques.
Del total de toneladas recuperadas, 67% se convierte en nuevos envases, 18% en textiles, 10% en fibras para alfombras y 4% en envases para alimentos. Esta reutilización, especialmente la conocida como “de botella a botella”, es uno de los ejemplos más claros de economía circular, pues alarga la vida útil del PET y disminuye su impacto ambiental.
Los beneficios del reciclaje de PET van más allá del acopio. Un análisis de su ciclo de vida realizado en Estados Unidos por la Asociación Nacional de Recursos de Envases de PET (NAPCOR, por sus siglas en inglés) y Franklin Associates, una firma consultora especializada en evaluaciones ambientales, reveló que fabricar envases con PET reciclado puede reducir hasta 79% el consumo energético y generar un menor impacto ambiental en categorías como cambio climático y acidificación del suelo.
Algunos ejemplos cotidianos ilustran el impacto del reciclaje: dos botellas de 1.5 litros pueden convertirse en un balón de basquetbol; 56 botellas, en la fibra para una cobija. Y un kilo de PET reciclado evita la emisión de CO2 equivalente a lo que genera un automóvil en nueve minutos.
Además, México alberga la planta recicladora de PET grado alimenticio más grande del mundo (PetStar, ubicada en Toluca, Estado de México), lo que refleja el alcance de una industria madura, orientada a la reutilización de materiales. Este nivel de desarrollo, respaldado por infraestructura, regulación y participación ciudadana, consolida un modelo funcional que transforma residuos en recursos y abre camino para enfrentar otros desafíos en materia de sostenibilidad.