El cambio climático está dejando su huella en aspectos sorprendentes del planeta, incluyendo la duración del día. Investigaciones recientes, lideradas por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), han revelado que la pérdida de hielo en Groenlandia y la Antártida está afectando el giro de la Tierra.
A medida que el agua de los casquetes polares se desplaza hacia los océanos, especialmente hacia el ecuador, el equilibrio de masas en nuestro planeta se altera. Este fenómeno es similar a cómo una patinadora artística, al estirar sus brazos, ralentiza su giro. La redistribución del agua está provocando una desaceleración en la rotación terrestre, lo que alarga ligeramente la duración del día.
Aunque el efecto es sutil, con un aumento en la duración del día de hasta 1.33 milisegundos por siglo desde el año 2000, la tendencia es preocupante. Si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en aumento, esta alteración podría llegar a ser de 2.62 milisegundos por siglo para finales del siglo XXI. Esto podría superar el impacto de la fricción causada por las mareas lunares.
Además de afectar la duración del día, el deshielo está alterando el eje de rotación de la Tierra, aunque estos cambios son menores y no representan un riesgo inmediato. No obstante, estas variaciones deben ser consideradas en aplicaciones precisas como la navegación espacial, donde incluso un pequeño desvío puede tener consecuencias significativas.
Estas modificaciones en la rotación y el eje de la Tierra, aunque imperceptibles en nuestra vida diaria, destacan cómo los efectos del cambio climático van más allá del calentamiento global o el aumento del nivel del mar. Son una señal clara de que las alteraciones climáticas influyen en aspectos fundamentales del funcionamiento de nuestro planeta.