Integrar la ayuda humanitaria con proyectos de energía limpia puede ser una de las estrategias más efectivas —y menos exploradas— para impulsar la transición energética en el mundo desarrollado. Esta sinergia fortalece a las comunidades en contextos de crisis y, al mismo tiempo, permite avanzar en los compromisos internacionales de sostenibilidad.
Las economías de la OCDE, responsables del 65 % del PIB mundial y de cerca de un tercio de las emisiones globales de CO2, tienen tanto la responsabilidad como la capacidad técnica y financiera para liderar esta transformación. Un estudio reciente publicado en Technological Forecasting & Social Change examinó a 37 países de la OCDE y encontró una relación positiva y sostenida entre la ayuda humanitaria y la generación eléctrica. Identificó oportunidades para alinear esta cooperación con metas energéticas y climáticas, integrando acciones a largo plazo en políticas de desarrollo.
Más allá del efecto inmediato, la ayuda humanitaria puede facilitar la instalación de infraestructura energética sostenible, promover la transferencia de tecnología, impulsar la generación de empleos verdes y fortalecer cadenas de suministro resilientes. También contribuye al diseño de políticas públicas alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (especialmente los ODS 7 y 13).
Países como Alemania, Noruega o Corea del Sur ya ofrecen ejemplos concretos: generación eléctrica basada en fuentes renovables, programas públicos de eficiencia de energía y modelos de desarrollo que combinan bienestar social con sostenibilidad ambiental.
El estudio también observó que la inversión extranjera directa puede tener efectos contradictorios. En ciertos contextos, se ha asociado con una reducción en la producción eléctrica, posiblemente por el desplazamiento hacia sectores menos intensivos en energía. Esto sugiere la necesidad de orientar el capital con visión estratégica hacia sectores de bajo impacto ambiental.
El futuro energético global dependerá en gran medida de las decisiones que tomen las economías más avanzadas. Articular la cooperación internacional con objetivos climáticos permitirá transformar el modelo actual de generación y extender sus beneficios a poblaciones vulnerables. La ayuda humanitaria, entendida como herramienta de desarrollo sostenible, puede desempeñar un papel clave en esa transición.